En una sesión de BDSM, existen varias razones por las que puede ser útil (y seguro) incluir un código más allá de “para” o “espera” que las personas implicadas entiendan como un aviso para detener el juego y salir de sus papeles. A este código se le llama palabra de seguridad.
En este artículo hablaré en todo momento en femenino para mi comodidad escribiendo y la tuya leyendo, pero quiero dejar claro que no existe distinción por géneros dentro del BDSM: una persona dominante puede ser hombre, mujer o no binaria, igual que una persona sumisa y una switch (que se sienta cómoda en ambos roles). Tampoco el rol que adoptes tiene que ver con tu orientación sexual, tu extroversión o introversión o cualquier otro rasgo de tu persona. Es simplemente un papel que elegimos interpretar durante un juego, nada más.

¿QUÉ ES LA PALABRA DE SEGURIDAD Y CUÁNDO SE UTILIZA?
La palabra de seguridad es un código pactado antes de empezar la sesión que utiliza la sumisa para comunicarle a la dominante que algo no va bien y que quiere parar el juego. Cuando la sumisa dice esta palabra la acción se detiene al instante, sin peros ni excusas. Esto es importantísimo, y hay que tener claro que seguir después de que se haya dicho la palabra se considera abuso o violación, igual que lo sería si sigues teniendo relaciones sexuales con alguien que te ha dicho que te detengas o que no se muestra cómoda con lo que está pasando.
La sumisa puede decir la palabra de seguridad si está sufriendo más dolor del que puede soportar, si siente que está agobiada y al borde de un ataque de ansiedad, si está atada y algún nudo se ha deslizado y le está haciendo daño… y, en general, en cualquier momento en el que sienta que necesita parar el juego. Si esto pasa, la dominante finaliza la sesión, pone cómoda a la sumisa (la desata, desamordaza, etc.) y la reconforta y, en cuanto se sientan cómodas para ello, ambas deben hablar sobre qué es lo que ha ocurrido, qué ha hecho sentir mal a la sumisa y qué se puede cambiar para evitar que esto vuelva a pasar.
Es posible que, en medio de una sesión, sientas que hay algo que te incomoda pero no tanto como para necesitar usar la palabra de seguridad y finalizar la sesión. En estos casos se puede introducir una segunda palabra que signifique “eh, hay algo que no va bien” y que sirva para avisar de que estamos llegando a nuestro límite, que la postura en la que estamos nos molesta, que necesitamos parar para beber agua… Ten en cuenta que esta palabra no finalizaría la sesión, sólo alertaría a la dominante para que tuviera cuidado, así que si necesitas finalizar deberías usar la palabra de seguridad. Aunque si no ves necesario introducir una palabra secundaria para esto por el tipo de BDSM que practicas, puedes simplemente comunicar abiertamente cuando algo te incomode y ya. Si entendéis como alerta un “ay ay, espera, que así me duele el hombro”, entonces es perfectamente válido.

¿QUÉ TIPOS DE PALABRAS DE SEGURIDAD PUEDES USAR?
Algo que se suele utilizar y va muy bien es el semáforo: un código de colores donde verde es “todo bien”, amarillo es “estoy llegando a mi límite/alerta” y rojo es “detener el juego”. Pero puedes utilizar cualquier palabra que os convenza, que sea fácil de pronunciar y recordar, y que os quede claro que no forma parte del juego: desde palabras como “piedad”, “socorro” … hasta nombres de frutas o capitales de países.
Y ¿qué pasa si tienes la boca tapada y no puedes hablar? Para estos casos tenemos el objeto de seguridad: algo que la sumisa puede tener en las manos y que puede dejar caer para que la dominante se dé cuenta de que quiere parar, como unas canicas, unas llaves, un cascabel… cualquier cosa que caiga y alerte con el ruido. Otra opción puede ser dar tres o cuatro golpes en el suelo con el pie o en algún mueble con la mano.
Otra forma que tiene la dominante de asegurarse de que la sumisa está bien es pidiéndole que parpadee dos veces, o dándole un par de apretones en la mano y pidiéndole que los devuelva. Si la sumisa no responde como pides, puedes estar segura de que algo no va bien.
A veces ocurre que la sumisa está llena de endorfinas (como “en trance” para que nos entendamos) y no puede hablar o expresarse con claridad. Por esta razón la dominante tiene que estar siempre alerta a las señales y seguir a su instinto si cree que algo no va bien (la comunicación previa a la sesión y la confianza entre ambas lo facilitará, así que tenedlo en cuenta). Debes ser consciente de que, como persona dominante, tienes una responsabilidad: tienes ahí a una persona que confía en ti. Decir a posteriori “ah, es que no dijiste la palabra de seguridad” cuando claramente esa persona estaba incómoda no es una excusa.

La palabra de seguridad es una responsabilidad para ambas. La sumisa debe usarla para proteger su salud, y en ningún momento debería pensar que es peor sumisa por hacerlo (y nunca dejes que una persona dominante te convenza de esto). La dominante debe hacer caso de esta y cualquier otra señal sin excepciones, y asegurarse de crear un espacio de confianza donde la sumisa esté cómoda para decir la palabra de seguridad sin sentirse culpable o juzgada.
Ten siempre presente que, aunque dé la impresión de que la persona dominante es la que tiene el control en todo momento y sin excepciones, es la persona sumisa la que elige ceder ese control de forma momentánea y puede recuperarlo en cualquier momento que desee. La persona sumisa es siempre la que tendrá el verdadero dominio sobre su cuerpo y la sesión.